Aquí vamos a ocuparnos de aspectos más sutiles que surgen de los primeros y que llevan a los practicantes avanzados a otro plano de experiencia y a obtener de asanas todo su beneficio.
- La asana no es una reacción, no está guiada ni por una ambición ni por una aversión, no está atada a la búsqueda de un resultado-
No nos "preparamos" para ejecutar una postura; creamos un estado donde lo mejor posible de nosotros en ese instante está manifestándose, y desde allí dejamos que la asana emerja; de adentro hacia afuera, un estado puro que se corporiza.
La asana no es una reacción, porque no está guiada ni por una ambición ni por una aversión, no está atada a la búsqueda de un resultado. Los resultados llegarán, sin duda, pero la mente está libre de ataduras en el sentido del Karma Yoga.
Las asanas Yoga detienen la agitación de la mente |
Hemos dicho que la ejecución de la asana debe ser lenta y uniforme, avancemos describiendo esa experiencia: la ejecución se debe realizar como acompañando al universo en su expansión; como entregándose-haciéndose-activamente-parte-de esa inexorable fuerza.
Cuando tratamos las claves para realizar las asanas diferenciamos dos fases dinámicas y una estática. Ahora que hemos avanzado en nuestra práctica tal diferencia tiende a diluirse. Las fases dinámicas se vuelven una forma en que la quietud se desenvuelve y manifiesta durante la transformación de la geometría física; mientras el practicante se adentra en la asana Yoga va deteniendo el tiempo psicológico y borrando los límites del espacio físico. De allí la primera condición que la asana Yoga tener: "la experiencia del infinito".
- La energía del practicante no es atraída, ni agitada, ni malgastada por los sentidos, las pasiones o los argumentos del intelecto-
La fase estática por su parte se vuelve una forma en que profundas movimientos físicos, mentales y espirituales se desenvuelven y manifiestan en medio de una quietud que trasciende.
Durante la fase estática esa inmovilidad debe ser fluida. Permanecemos inmóviles pero llenos de vida, y la vida es cambio, es adaptación, es transformación. Externamente puede que se vea al practicante estático, pero en su cuerpo cada músculo, cada articulación esta adaptándose, ampliando sus capacidades, yendo más allá de lo habitual. Lo mismo sucede con la mente: está abarcando cada vez más experiencias, percibiendo a cada instante aspectos más sutiles de sí misma, del cuerpo, del mundo.
Lo que ha sido detenido es la agitación mundana, los mecanismos que nos hacen reaccionar y toda distracción han sido cesados intencionalmente, lo mundano mismo ha sido dejado atrás. El practicante, al percibir todo lo mundano como anecdótico y pasajero, naturalmente avanza más allá hacia una concentración total (Dharana).
Entonces la energía del practicante (sea en cuerpo, corazón, o mente) no es atraída, ni agitada, ni malgastada por los sentidos, las pasiones o los argumentos del intelecto.
La asana debe ser intensa, pero esa intensidad debe estar ajena a cualquier esfuerzo. Es una intensidad suave, dulce; este estado es difícil de comprender para quien no lo ha aunque sea intuido. Intensidad porque el cuerpo y la mente deben ser estimulados y llevados más allá de donde habitualmente se mueven, sin límite delante. Del dominio de esos estados mucho más allá de lo habitual, surgen los sorprendentes beneficios físicos que la práctica regular del Yoga produce, y se completa la segunda condición de la asana: la ausencia de esfuerzo.
El dominio de ese estado de concentración total, intensa, dulce y fluida, esa Dharana, abre las puertas a lo que usualmente se describe como a una absorción recíproca con el universo, con Dios, con el plan cósmico, según la inclinación de quien practica. La asana Yoga nos ha traído al estado meditativo (Dhyana) donde el flujo anímico y mental manifiesta al alma.
Hay aún un "más allá" en el desenvolvimiento de la asana, pero merece consideraciones aparte, y distraería de lo que esencialmente queremos transmitir aquí.
-La asana Yoga no termina nunca, el estado puro, el estado de experiencia fluida, el Yoga entre cuerpo, emoción y mente, debe ser permanente-
Así como la asana se inicia con un estado puro que se desenvuelve, la salida de la asana es un desandar amablemente el camino, un regresar suave y sereno, totalmente limpio, a otro estado puro y estable. La asana no termina cuando el cuerpo físico comienza a desarmarla, hemos dicho que eso es el inicio de la segunda fase dinámica. Podría decirse que la asana Yoga no termina nunca, no es un "terminó la postura", durante la sesión de práctica no debe haber cortes entre las posturas, el estado puro, el estado de experiencia fluida, el Yoga entre cuerpo, emoción y mente, debe ser permanente.
Y al final de cada práctica el "darse cuenta" de lo que se experimenta, el mantener parte de la atención tanto tiempo como sea posible en las sensaciones del cuerpo, del corazón, de la mente, y absorber tales sensaciones; sentirlas integrándose a las células, haciéndose parte del entramado de nuestro ser cotidiano. Allí afuera "en el mundo de las horas y los días" es donde nuestra práctica del Yoga debe manifestarse para nuestro beneficio y el de todos los seres que entren en contacto con nosotros.
Texto de Roberto Martínez CC-BY-4.0
Foto de Fort Rucker (by Adrew Kosterman) CC-BY-2.0